CONTEXTO CULTURAL (1973-1984):
En este período se produjo en nuestro país un triple fenómeno: por un lado, el silenciamiento de artistas e instituciones culturales, por otro, la existencia de espacios y nuevos artistas que conformaron una cultura alternativa con una importante proyección posterior y, además, el intento por parte de la dictadura de implementar su propio proyecto cultural.
Es importante destacar que los artistas e intelectuales nacionales siguieron produciendo fuera del país. Este fenómeno tuvo importantes repercusiones posteriores en nuestra historia cultural.
En los primeros años de la dictadura se fue dando progresivamente la destrucción de buena parte de la cultura de nuestro país: se persiguió a importantes artistas, se prohibió la difusión de sus obras, se cerraron instituciones y se destituyó a docentes e investigadores.
Gran cantidad de artistas tuvieron que partir hacia el exilio, o fueron encarcelados por sus actividades políticas, o se prohibieron sus obras.
Se secuestraron libros de las librerías, se prohibió la difusión de algunas películas, se censuraron letras de murgas y tangos, se allanaron editoriales, se confiscaron libros y se clausuraron diarios y semanarios.
EJEMPLOS:
Juan Carlos Onetti fue encarcelado durante unos meses y luego debió partir hacia el exilio.
También, se tuvieron que ir del país escritores como Mario Benedetti, Carlos Martínez Moreno, Eduardo Galeano, Cristina Peri Rossi, Ángel Rama y otras destacadas figuras.
El semanario “Marcha”- uno de los más importantes de América Latina- fue clausurado. Su director, el reconocido intelectual Carlos Quijano, y otros periodistas y escritores, fueron detenidos y luego expulsados del país.
Lo mismo ocurrió en el plano musical: se prohibió difundir los discos de Alfredo Zitarrosa, Los Olimareños, Daniel Viglietti, Numa Moraes, José Carbajal, Anselmo Grau y otros músicos vinculados al canto popular.
Con respecto a las murgas, muchas no pudieron volver a salir en carnaval, como es el caso de “La Soberana”, “Las Ranas” y por un tiempo “Araca la cana”.
Se impidió actuar en el país a China Zorrilla, Mercedes Sosa y Joan Manuel Serrat. Se prohibieron algunos tangos de Gardel. Se censuraron espectáculos musicales y obras de teatro.
Se produjo una autocensura de muchos artistas, debido al clima opresivo que se vivía, al miedo y a la incertidumbre de si una obra artística sería censurada o no.
ESTE SILENCIAMIENTO CULTURAL- DESPLEGADO FUNDAMENTALMENTE EN LOS PRIMEROS TRES AÑOS DE LA DICTADURA- SIGNIFICÓ UN CORTE DRÁSTICO EN NUESTRA HISTORIA CULTURAL.
Se asociaba “cultura” con “subversión”, por eso se buscaba destruir la atmósfera cultural que se había vivido en la década del 60 y comienzos de los 70. Los artistas pasaban a ser sospechosos y por eso perseguidos; los libros, las canciones, las obras de teatro y las obras plásticas fueron considerados peligrosos y portadores de mensajes antipatrióticos.
En el ámbito teatral, la represión consistió en controlar el repertorio de obras, en la lectura previa de los textos y en la supresión de algunos fragmentos; también en la prohibición de obras y de algunos artistas, y en la clausura de teatros.
La Comedia Nacional fue intervenida. Se nombró un interventor plenipotenciario, el cual no tenía ninguna relación con la actividad teatral, y expulsó a varios actores del elenco oficial.
En 1974, la Comedia Nacional estrenó sólo un título, cuando su promedio anual era generalmente de siete u ocho obras.
En 1975, fue clausurada la Escuela Municipal de Arte Dramático.
En 1976, el gobierno dictatorial resolvió la disolución de la institución teatral “El Galpón”, y la incautación de todos sus bienes e interdicción de sus depósitos bancarios. Su sala más importante pasó a llamarse “18 de mayo” y fue usada por las Fuerzas Armadas para fines no artísticos durante todo el período de la dictadura.
A diferencias de otros países, la censura no se hizo a través de resoluciones escritas, sino que se transmitían oralmente, e incluso a veces se hacían por teléfono.
La política que tuvo el gobierno dictatorial en el plano cultural consistió en la aplicación, también en este ámbito, de la “Doctrina de la Seguridad Nacional”. “El enemigo”- se consideraba- actuaba en todos los planos para “destruir la nación”. Por lo tanto, era necesario silenciar todas las expresiones artísticas que transmitían valores contrarios a la ideología oficial. Se intentó imponer una nueva visión de la cultura concibiendo a ésta como parte del enfrentamiento de la guerra fría.
En este período se produjo en nuestro país un triple fenómeno: por un lado, el silenciamiento de artistas e instituciones culturales, por otro, la existencia de espacios y nuevos artistas que conformaron una cultura alternativa con una importante proyección posterior y, además, el intento por parte de la dictadura de implementar su propio proyecto cultural.
Es importante destacar que los artistas e intelectuales nacionales siguieron produciendo fuera del país. Este fenómeno tuvo importantes repercusiones posteriores en nuestra historia cultural.
En los primeros años de la dictadura se fue dando progresivamente la destrucción de buena parte de la cultura de nuestro país: se persiguió a importantes artistas, se prohibió la difusión de sus obras, se cerraron instituciones y se destituyó a docentes e investigadores.
Gran cantidad de artistas tuvieron que partir hacia el exilio, o fueron encarcelados por sus actividades políticas, o se prohibieron sus obras.
Se secuestraron libros de las librerías, se prohibió la difusión de algunas películas, se censuraron letras de murgas y tangos, se allanaron editoriales, se confiscaron libros y se clausuraron diarios y semanarios.
EJEMPLOS:
Juan Carlos Onetti fue encarcelado durante unos meses y luego debió partir hacia el exilio.
También, se tuvieron que ir del país escritores como Mario Benedetti, Carlos Martínez Moreno, Eduardo Galeano, Cristina Peri Rossi, Ángel Rama y otras destacadas figuras.
El semanario “Marcha”- uno de los más importantes de América Latina- fue clausurado. Su director, el reconocido intelectual Carlos Quijano, y otros periodistas y escritores, fueron detenidos y luego expulsados del país.
Lo mismo ocurrió en el plano musical: se prohibió difundir los discos de Alfredo Zitarrosa, Los Olimareños, Daniel Viglietti, Numa Moraes, José Carbajal, Anselmo Grau y otros músicos vinculados al canto popular.
Con respecto a las murgas, muchas no pudieron volver a salir en carnaval, como es el caso de “La Soberana”, “Las Ranas” y por un tiempo “Araca la cana”.
Se impidió actuar en el país a China Zorrilla, Mercedes Sosa y Joan Manuel Serrat. Se prohibieron algunos tangos de Gardel. Se censuraron espectáculos musicales y obras de teatro.
Se produjo una autocensura de muchos artistas, debido al clima opresivo que se vivía, al miedo y a la incertidumbre de si una obra artística sería censurada o no.
ESTE SILENCIAMIENTO CULTURAL- DESPLEGADO FUNDAMENTALMENTE EN LOS PRIMEROS TRES AÑOS DE LA DICTADURA- SIGNIFICÓ UN CORTE DRÁSTICO EN NUESTRA HISTORIA CULTURAL.
Se asociaba “cultura” con “subversión”, por eso se buscaba destruir la atmósfera cultural que se había vivido en la década del 60 y comienzos de los 70. Los artistas pasaban a ser sospechosos y por eso perseguidos; los libros, las canciones, las obras de teatro y las obras plásticas fueron considerados peligrosos y portadores de mensajes antipatrióticos.
En el ámbito teatral, la represión consistió en controlar el repertorio de obras, en la lectura previa de los textos y en la supresión de algunos fragmentos; también en la prohibición de obras y de algunos artistas, y en la clausura de teatros.
La Comedia Nacional fue intervenida. Se nombró un interventor plenipotenciario, el cual no tenía ninguna relación con la actividad teatral, y expulsó a varios actores del elenco oficial.
En 1974, la Comedia Nacional estrenó sólo un título, cuando su promedio anual era generalmente de siete u ocho obras.
En 1975, fue clausurada la Escuela Municipal de Arte Dramático.
En 1976, el gobierno dictatorial resolvió la disolución de la institución teatral “El Galpón”, y la incautación de todos sus bienes e interdicción de sus depósitos bancarios. Su sala más importante pasó a llamarse “18 de mayo” y fue usada por las Fuerzas Armadas para fines no artísticos durante todo el período de la dictadura.
A diferencias de otros países, la censura no se hizo a través de resoluciones escritas, sino que se transmitían oralmente, e incluso a veces se hacían por teléfono.
La política que tuvo el gobierno dictatorial en el plano cultural consistió en la aplicación, también en este ámbito, de la “Doctrina de la Seguridad Nacional”. “El enemigo”- se consideraba- actuaba en todos los planos para “destruir la nación”. Por lo tanto, era necesario silenciar todas las expresiones artísticas que transmitían valores contrarios a la ideología oficial. Se intentó imponer una nueva visión de la cultura concibiendo a ésta como parte del enfrentamiento de la guerra fría.